Hacen falta ciudadanos del Reino, que
trabajen por la justicia, por la paz, por el amor.
Que se nieguen a
sucumbir al desaliento o al odio.
Que rechacen sembrar discordia.
Que no
miren constantemente por encima del hombro.
Que eviten estar lanzando
condenas y anatemas a los otros.
Que respeten a quien no piensa como
ellos.
Ciudadanos que construyan la paz, no sobre la sangre ajena, sino
sobre la dignidad de cada vida.
Que busquen el bien.
Ciudadanos que
sueñen con una ciudad mejor, con una iglesia mejor, con una vida mejor,
para todos.
Portadores de una buena noticia, que a veces habrá de ser
palabra amiga, otras, profecía exigente, y otras veces será silencio
respetuoso.
Que se nieguen a entrar en la dinámica de destruir.
Trigo.
Trigo que no se deje devorar por la cizaña.
Hacen falta cantores de
concordia y justicia, de evangelio y verdad, de esperanza y encuentro.
Haces falta tú…
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