miércoles, 5 de septiembre de 2018

Equívocos

Lo llamábamos justicia,
pero era tan solo ley,
pues había olvidado
la dignidad humana.

Lo llamábamos fe,
cuando en realidad era una batalla,
pero valía la pena lucharla.

Lo llamábamos compasión,
y era tan solo un acto reflejo,
como parpadear por un golpe de viento.

Lo llamábamos amor,
pero si no nos quitaba el sueño
ni nos prendía en llamas,
¿no era apenas una sombra?

Lo llamábamos duda,
pero era el mismo Dios
desmontándonos las certidumbres.

Lo llamábamos amistad
y lo era. Con todas las zozobras
y todas las alegrías
que la amistad conlleva.

Lo llamábamos prudencia,
y quizás lo fuera,
pero era también mediocridad.

Lo llamábamos hondura.
Pero no era más que frivolidad
disfrazada de trascendencia.

Lo llamábamos rebeldía,
pero era solo ruido,
mientras nos acostumbrábamos
a bailar sin música.

Lo llamábamos crítica,
pero era miedo
a lo desconocido.

Lo llamábamos muerte,
y nos asustaba su contundencia
pero era solo el tiempo abriendo puertas.

Lo llamábamos soledad,
pero solo era frío.
La memoria confundía el calor y los abrazos.

Lo llamábamos esperanza.
Y lo era, porque Tú
aún podías transformarlo todo.
José María R. Olaizola, sj