viernes, 23 de marzo de 2018

¡Ay!

¡Ay de mí si no respiro,
si no me alimento,
si no quiero con locura!
Si no vibro
con el júbilo del hermano.
¡Ay de mí
si no tiemblo ante su dolor.
Si no abro los oídos
para dejarme transformar
por tu palabra,
y no abro la boca
para gritar
una pregunta de fe;
un veredicto de amistad;
una promesa de curación;
una canción de justicia.
¡Ay de mí si no abro las manos,
liberadas al fin de piedras
y cadenas,
para dar, en ellas,
calor, afecto y abrazo.

¡Ay de mí
no por miedo
o por amenaza,
sino porque, no amando
a tu manera,
no habré vivido!

Mas si, en mi debilidad,
te dejo ser atalaya,
no habrá lamento,
derrota ni queja,
habrá esperanza.


José María R. Olaizola

viernes, 16 de marzo de 2018

Enséñame Señor a ayunar

Enséñame, Señor, a ayunar 
de palabras hirientes 
y de silencios nacidos del miedo,
de comodidades y tanta vida de sofá,
de envidias y rencores, de soberbias y orgullos,
de injusticias y prácticas religiosas que me adormecen y no me transforman.

Enséñame a ayunar de lo mío 
para poder llamarlo nuestro.
Que mi ayuno nazca de adentro 
y no busque la apariencia, el llamar la atención, 
el aplauso a mi pretendida bondad.

Haz que ayune, Señor, 
para que crezca en mí el hambre de tu reino, 
el hambre de tu palabra, 
el hambre de ser uno con todos, 
el hambre que se haga alimento del mundo.


(Fermín Negre)

martes, 13 de marzo de 2018

Me llamas a convertirme


Me llamas a convertirme
en agua para el sediento,
en risa para quien llora,
en tiempo del que está solo.
Me pides que me transforme
en brisa para el cansado,
en techo para quien vaga,
en cura para el enfermo.
Me dices: «Sé luz para el ciego,
y palabra para el mudo,
sé las piernas del herido
que no puede sostenerse».
Me llamas a convertirme, Señor,
Y aquí estoy. Débil, 
con toda mi pobreza, 
sin saber bien cómo responder,
por dónde empezar 
o qué pasos dar.
Pero aquí estoy, Señor.
Y tú me llamas a convertirme

José María R. Olaizola