miércoles, 28 de marzo de 2012

Para la libertad


Hay muchas celdas
en la prisión del hombre,
sus nombres
escritos con sangre y llanto
en la puerta:
“Codicia”, “Exigencia”
“Vanidad”, “Celos”,
“Impaciencia”, “Comodidad”
“Violencia”…
… y otros títulos
que llenan los corredores
con lamentos por la vida perdida.

Hay quien ni siquiera sabe
que está preso,
y sin embargo, en lo profundo,
intuye
otra historia
sin cadenas.

El Dios humano es la puerta
que nos libera,
al mostrarnos
un amor
verdadero.



José Mª Rodríguez Olaizola, sj

lunes, 26 de marzo de 2012

En el nombre del Padre

Porque Tú lo has querido
estoy aquí, Señor. En Tu nombre.
No he venido yo; me has absorbido
en la espiral de amor,
que eres con todos.
Nadie puede arrimarse a Ti
sin que entero lo abraces,
lo hagas Tuyo.
Sin robarle nada,
dándole todo.


Del suelo a la cabeza
soy regalo tuyo,
espíritu que vuela
y cuerpo que lo apresa.
No puedes ya
salirte de este mundo.
Me inundaste
Y, empapado de Ti, te voy sembrando,
y al tiempo que me siembro,
como grano de trigo,
en mis hermanos.
No quiero quedar solo.
Tu rostro buscaré, Señor.
Hasta decirte ¡Padre!
Pero sólo te encuentro, cuando,
a todo lo que mana de Ti
le digo: ¡hermanos!


Ignacio Iglesias, sj

jueves, 22 de marzo de 2012

La última palabra

Parecía que no había esperanza. Que el mundo se resquebrajaba entre balas y trincheras. Un manto de olvido había cubierto la fraternidad. Un hombre encaraba a otro, a cara de perro, a grito de odio. Cada quien peleaba, desquiciado, por reforzar su puerta, por elevar su tapia, por aislar su parcela. Recelosos se miraban de soslayo los vecinos. Un silencio agobiante envolvió los corazones. Cada ciudad se transformó en un inmenso carnaval, que enmascaraba la verdad tras muecas pintadas. Hasta que llegó el profeta. Su sentencia firme rompió el embrujo. Mirad que llega vuestro Dios. Lo dijo bajito, lo repitió más fuerte y otras voces se sumaron a la suya. Como un río poderoso, el verbo se hizo promesa. Y despertó la ilusión dormida. Nadie podrá evitar, que el amor tenga la última palabra.



jueves, 15 de marzo de 2012

Dónde te buscaré

Señor, si no estás aquí,
¿dónde te buscaré estando ausente?
Si estás por doquier,
¿cómo nos descubro tu presencia?
Cierto es que habitas
en una claridad inaccesible.
Pero ¿dónde se halla
esa inaccesible claridad?
¿Quién me conducirá hasta allí
para verte en ella?
Y luego, ¿con qué señales,
bajo qué rasgos te buscaré?

Nunca jamás te vi, Señor, Dios mío;
no conozco tu rostro...
Enséñame a buscarte
y muéstrate a quien te busca,
porque no puedo ir en tu busca,
a menos que Tú me enseñes,
y no puedo encontrarte
si Tú no te manifiestas.
Deseando te buscaré,
te desearé buscando,
amando te hallaré,
y encontrándote te amaré.

San Anselmo

jueves, 8 de marzo de 2012

Mensaje del Concilio Vaticano II a las Mujeres

«Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga» (8 de diciembre de 1965)