domingo, 12 de abril de 2020

Ojos de Pascua

Está amaneciendo cuando María Magdalena llega al sepulcro donde reposaba el cuerpo del maestro, del amigo.
Reposaba en su corazón el cuerpo amado, como semilla viva de resurrección.
Sepulcro abierto al amanecer. Sepulcro vacío.
Amanece esta Pascua 2020, amanece sobre nuestra historia personal y sobre la humanidad herida.
Se lame las heridas esta humanidad, no solo aquellas dejadas por el virus, también las heridas que siguen supurando: violencia, guerras, pobreza, odio, fanatismo, discriminación.
Amanece la Pascua sobre estas heridas y desde estas heridas.
Amanece y el sepulcro está vacío.
Nunca hubo nadie en el sepulcro y siempre estuvo abierto.
El cuerpo del Cristo, semilla de resurrección, fecundó la tierra con la sangre de la cruz y de nuestras heridas.
La Pascua aconteció desde dentro de la cruz, no después.
Nunca hay un después para el Amor. Siempre es, aquí y ahora.
Amanece la Pascua desde el otro lado de la cruz.
Nuestras heridas no son impedimento a la Vida: ¡al contrario!
Son el vacío por el cual la Pascua se cuela y los sepulcros se abren. Son rendijas por donde la luz fluye serena y siembra resurrección.
Es Pascua, y el Amor amanece sobre nuestras existencias personales, sobre la humanidad entera y la madre tierra.
Siempre el Amor está amaneciendo y siempre encuentra los sepulcros abiertos.
Si encontramos sepulcros cerrados es porque no estamos amando y hemos arrinconado al Amor en un lugar oscuro de nuestro corazón.
La Pascua es tremendamente viva y actual con su único y eterno mensaje: solo el Amor es real.
Es ahora el momento oportuno y siempre fue ahora.
Es el momento de amanecer sobre la humanidad herida con la linterna del Amor y mirar así.
Pascua es mirar con los ojos amanecidos del Amor.
Ojos frescos y nuevos.
Tú que me lees: ¡mírate así y así, ama tus heridas y las de tus hermanos!
Mirar a la gente y a las cosas con estos ojos.
No tenemos que esperar un mundo nuevo, ilusión de los ciegos que se escapan del presente y huyen de la Vida.
¡No hay esperanza futura que no tenga raíz en el presente!
El mundo nuevo ya está y late en el fondo de tu mirada que amanece en el Amor.
Palpita el mundo nuevo en las profundidades, donde solo ojos de Pascua alcanzan a ver.
Amanecen ojos de Pascua que transforman las heridas en perlas y la sangre en fértil abono, a punto de florecer.
Esta es Pascua: otros ojos que solo ven sepulcros abiertos y manos extendidas.
Otros ojos que descubren posibilidades y senderos de bellezas.
Ojos amaneciendo en el Amor, ojos del Cristo vivo y viviente, que todo lo llena.
Ojos desparramando por doquier la paz que nos habita.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

fuente: Eclesalia

viernes, 10 de abril de 2020

Silencio


Silencio.
Hoy hacemos silencio.
Todo el día para estar en silencio.
Silencio.
Después del dolor.
No queda más que el silencio.
Silencio.
Por quien se fue.
Nada hay que llene su silencio.
Silencio.
Poco más sé hacer.
Solo puedo esperar en silencio.
Silencio.
Sentir la esperanza.
Esperar a que pase el silencio.
Silencio.
Está por pasar.
Que la Pascua dé sentido al silencio.

jueves, 9 de abril de 2020

Servidor de todos

Se te ha dicho:
Rodéate de triunfadores.
Para que tu vida sea un éxito,
sírvete de todos.
Retén en tu memoria
el nombre del rico,
y apunta el teléfono
del rostro femenino
que sonríe en el concurso.
Tapiza las paredes de tu casa
con firmas de pintores
de prestigio y de dinero.
Llena tu boca
con los nombres
que ocupan el escenario
de la gloria resbaladiza.
Hazte vecino, compadre
de su club y su partido.
Que todas estas famas
te presten su prestigio.

Pero la Palabra dice:
Sienta a tu mesa
a los que no pueden
invitarte a su casa,
arrastrada por el río,
y presta sin arrugar la cara
al que no puede devolverte
tu dinero el día de pago,
porque las horas extra
se perdieron en la computadora
de la zona franca.
Habrán encontrado en ti
la respuesta de Dios
a su angustia cotidiana.
Y tú sentirás atravesar
algo de Dios pasando
por el centro de ti mismo
para llegar hasta el hermano.
Al romper, con ese gesto
de gratuita cercanía,
las leyes y cátedras
de la inversión
bien calculada,
un manantial de eternidad
te llegará desde el caído,
brotará entre tus piedras
y hará de ti un servidor de todos,
lleno de gracia y de sabor.

(Benjamín G. Buelta, sj)