viernes, 11 de noviembre de 2011

Oh Señor, mi Dios ausente, mi Dios que te escondes...

Oh Señor, mi Dios ausente, mi Dios que te escondes detrás de tantas cosas que me seducen y me fascinan. De tantas cosas que me atraen con fuerza casi resistible. Deja que yo descubra la claridad de tu mirada. Señor, que yo descubra en ti el sentido de mi vida y el sentido de toda vida humana.


A los bellos, a los sabelotodo, a los fuertes, a los ricos, a las guapas de espejo, a los arrogantes, a los manipuladores, a las reinas de la fiesta, a los chulos de barrio, a los que opinan de todo pero no escuchan nada, al que sonríe sin alma, al buscador de atajos, al vendedor de quimeras, al triunfador sin historia, al presuntuoso, al arrogante, al que pisa fuerte sin mirar a quien, al que nunca duda... Hay que recordarles que también lloran, aman y se equivocan a ratos. Que no es el fulgor fugaz el que nos hace personas, sino la desnudez frágil y que es en la normalidad compartida donde nos podemos encontrar... hermanos






tomado de aquí y transcrito desde rezandovoy.org