martes, 3 de abril de 2018

Resucitó

En la tarde del viernes,
las instituciones del poder
exterminaron de la tierra
al justo vulnerable. 

En el cuerpo de Jesús
expresaron su deseo,
de reducir a polvo,
su carne y su memoria.

El espíritu de Jesús
ardió como una antorcha
de fracaso, de angustia,
y de abandono de Dios.

Y ante tanta injusticia
el Padre se calló,
con un silencio de hielo
que congeló la historia.

La mañana del domingo,
el Padre engendró la Palabra
que abrió toda realidad,
a la esperanza infinita.

El espíritu de Jesús
experimentó el abrazo,
que siempre estuvo a su lado
sin distancia ninguna.

El cuerpo resucitado
llevó hasta la eternidad
los golpes, las caricias,
y la tierra de los caminos.

Y en medio del poder
sorprendió una comunidad
de pobres y de excluidos
que fecunda todos los siglos. 

¿Quién podrá apartarnos?

¿Quién podrá apartarnos
de «la vida verdadera»?

¿Será mi ambigüedad
que quiere gobernarme
desde las hambres oscuras
de mi yo clandestino?

¿Será el quebranto
que rompe de repente
mi salud y mi proyecto
contagiando incertidumbre?

¿Será la seducción
que brilla como ángel
en el Olimpo estelar
de los famosos?

¿Será el rumor
que sentencia y descalifica
la audacia del amor
liberado de las modas?

¿Será el poder
que no ha previsto en sus leyes
la novedad de Dios
que sorprende los programas?

¡Nada nos apartará
del Amor que se regala! [Rom 8, 35]

Benjamín González Buelta