Pasarán los dramas que hoy parecen absolutos, 
se apagarán los fuegos que arden en torno. 
Las heridas en carne viva dejarán de escocer. 
Pasarán los recuerdos que a ratos nos aprisionan,
los que nos alzan al cielo  
y los que nos atan al suelo duro y frío. 
Vendrá la calma  
tras la tormenta que a veces sacude nuestros cimientos.
Pasarán los momentos de dicha  
que uno aferra con avidez.   
También ellos se irán,  
dejando en la memoria  
gratitud difusa por esa posesión 
que ya nadie podrá arrebatarnos. 
Olvidaremos mil nombres. 
Las urgencias de ahora serán humo,  
desvanecido en el viento. 
Pero seguirá Tu voz.  
Y tu evangelio.  
Y la Historia de Amor que despliegas  
en estas historias nuestras, tan humanas 
y tan llenas de Ti. 
Señor, no nos dejes olvidar tu Palabra, 
que nos muestra la ruta 
hacia lo eterno.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj

 
 






 
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